Un paso a la vez

Proyecto comisionado por Big Picture Peoria

Como ser humano e individuo siento que mi identidad está formada por varios factores, algunos que heredé al nacer como el color de mi piel, mi fisonomía, mi nacionalidad, mi nombre. Otros los fui adquiriendo de mi familia y comunidad, como la religión, la política, el equipo de fútbol que debo incentivar, costumbres y valores. A medida que avanzo y crezco en la vida, puedo elegir factores de mi identidad. No es fácil para mí porque en este proceso tengo que luchar contra mí mismo debido a algunos prejuicios que se han alojado en mi mente. Así, uno comienza a forjar su propia identidad tratando de ser lo más genuino consigo mismo, pero es una batalla con su propio ser, ese instinto primitivo de supervivencia que nos bloquea. Esto implica que en mi camino de evolución personal, a menudo debo pasar por encima de mi propio yo anticuado para avanzar.
Me gusta pensar en la metáfora de la escalera cuando estamos construyendo nuestra identidad, es una evolución en la que no estamos simplemente avanzando en un llano, sino que en la escalera el esfuerzo que se produce para pasar de un peldaño a otro es el parte activa del movimiento, pero la altura no es lo único que cuenta en esta estructura, ya que si no hubiera aterrizaje el pie no podría descansar para emprender la ascensión del siguiente escalón y el movimiento se detendría. Así, no puede haber escalera si no hay rellanos que puedan ser más o menos anchos. El movimiento vertical es cuando evolucionamos, avanzamos, generamos cambios en nosotros mismos, mientras que en los rellanos tenemos nuestro tiempo de meditación y reflexión sobre el camino por recorrer y el próximo paso a superar.